El acusado es un empleado municipal .La Justicia provincial tiene en sus manos una grave denuncia por abuso a un chico con Síndrome de Down en Viale. La presentación formal se hizo en la Comisaría local el 12 de marzo y llegó a la Fiscalía a cargo de Natalia Taffarel el 21 del mismo mes, según se informó a ANÁLISIS DIGITAL. El señalado es un hombre que se desempeña como herrero de un tinglado municipal. Desde que habría sucedido el abuso, en diciembre pasado, el chico con discapacidad intelectual y motriz cambió severamente su actitud para vincularse con el entorno. “Pasó de ser una persona sociable a estar durmiendo muchas horas por día, se escapaba, estaba constantemente nervioso y asustado”, relató su hermano. El abogado José Barbagelata, que está trabajando en el caso y se constituirá como querellante, adelantó que podría haber una ampliación de denuncia y dijo que en los próximos días pedirán nuevas medidas de prueba.Importa quién es la víctima? ¿Cuántos años tiene, dónde vive o cómo fue abusado? No. No importa saber quién fue presa de un atentado así de perverso, que genera secuelas tan graves que seguramente no se borrarán más de su psique.

Juan fue abusado. Y ese no es su nombre verdadero, pero no importa. Sí importa que fue ultrajado, ofendido en su dignidad, vejado. Importa que alguien se aprovechó de su condición altamente vulnerable. Importa que un hombre mayor de edad y en uso todas sus facultades mentales, fue lo suficientemente perverso como para atropellar a Juan que tiene Síndrome de Down, tal vez pensando que el ataque sería más fácil de ocultar. O tal vez pensando que Juan no tiene la capacidad de entender que lo abusaron y comunicarlo a sus seres queridos.

–Es puto, es puto, me tocó…– le dijo Juan a su mamá. Y además contó quién lo abusó. Esos datos y otros más los volvió a relatar delante de una psicóloga particular y después en Cámara Gesell.

El abuso fue en diciembre pasado. En el mismo tinglado municipal donde el acusado trabaja como herrero. Fue adentro de un baño, a donde el hombre -mayor de edad y en uso de todas sus facultades mentales-, lo invitó y engañó para lograr su cometido.

Después de ese día, el chico no volvió a ser el mismo de siempre. Su mamá no le dio importancia al principio porque pensó que era algo pasajero, nada grave. Pero el desánimo no pasó. Ya no quería socializar como solía hacerlo, no quería frecuentar los lugares habituales, se escapaba, salía corriendo, estaba nervioso, asustado y sólo quería quedarse en su habitación durmiendo.

La denuncia formal fue formulada en la Comisaría de Viale el 12 de marzo de este año, luego de visitar a dos psicólogas particulares. Esa presentación que realizó el hermano de Juan en la Policía local, entró a la Fiscalía que conduce Natalia Taffarel el 21 de marzo. En ese marco se realizó la Cámara Gesell y para la semana que viene se citó a una de las profesionales que acompaña a Juan para que dé su testimonio sobre el caso.

Fuera de la ciudad

Esta semana, el empleado municipal acusado tomó licencia en su puesto por cinco días. Como motivo, alegó que estaría al cuidado de un familiar por enfermedad y salió de Viale. Dijo que viajó a Buenos Aires, donde permanecería los días de licencia.

El abogado José Barbagelata, en diálogo con este medio, anunció que se constituirá como querellante en la causa. “De a poco, la víctima va contando más lo que le pasó, va dando más datos. Él hace dibujos y tiene muy en claro quién fue”, precisó y adelantó en este sentido que en los próximos días, podría haber una ampliación de la denuncia inicial. Además, indicó que pedirán una batería de medidas para producir prueba.

Datos para la prevención 

Los abusos sexuales en personas con discapacidad intelectual, son más frecuentes que en el resto de la población. El riesgo que sufren las personas con discapacidad es alto, porque son muy vulnerables. Los agresores generalmente se encuentran en el entorno de la víctima: en el ámbito familiar, escolar, laboral, en el círculo de amistades, en la zona donde viven.

Los tipos de abuso posible son los mismos que para las personas sin discapacidad. Abuso sexual sin contacto, es decir el que se engloba en el acoso, pornografía, posturas indecentes, insinuaciones, exhibicionismo…; y abuso sexual con contacto, es decir el que refiere a tocamientos, masturbación, penetración o introducción de objetos, explotación sexual…

Para detectar un abuso sexual en una persona con discapacidad hay que tener en cuenta los siguientes aspectos: confidencias, insinuaciones, comentarios, comportamiento y lenguaje con alto contenido sexual, dibujos de contenido sexual, cambios repentinos de la conducta, rechazo repentino a una persona, ansiedad, miedos, fobias, baja autoestima, autolesiones y comportamientos suicidas, trastornos alimenticios, trastornos del sueño, dificultades en las relaciones interpersonales, promiscuidad sexual, problemas físicos como infecciones vaginales o urinarias, heridas en los genitales, hinchazón y dolor de panza.